'Gears of war Judgement', cuarto capítulo de la saga, mantiene la adrenalina de sus antecesores. El juego deja elegir al usuario si combatir en condiciones extremas.
Tommaso Koch / El País
Madrid.- Matar bichos ya no emociona. Por mucho que los monstruos tengan lanzagranadas o ametralladoras, y una cara nada amigable, eliminarlos es cosa de niños. Más aun para un gear, un experimentado soldado con una armadura enorme y un bíceps que obligaría a Van Damme a sesiones extra en el gimnasio. Así que, ante la cuarta entrega de sus aventuras, Gears of war Judgement, a la venta solo para Xbox 360 en España desde el pasado 22 de marzo, los programadores han introducido un nuevo elemento de diversión: el masoquismo.
El juego, para aquellos que lleguen con algún año de retraso o acaben de descubrir qué es una Xbox 360, enfrenta a los pocos supervivientes del planeta Sera con las locustas, criaturas babeantes y armadas hasta los dientes que salieron del subsuelo para acabar con la humanidad. Con su climax de frenesí y balas, adrenalina e inmediatez, el primer Gears of war (2006) gritó al mundo que la nueva generación de consolas había llegado. El capítulo original y sus dos secuelas llevaban a un grupo de soldados especialmente aficionados a las misiones suicidas y los chistes macabros por ciudades y escenarios maravillosamente reproducidos por el Unreal Engine (el motor gráfico) para intentar devolverles el favor a las locustas.